Formulario Autoevaluativo
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Formulario de Puntos
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Pregunta 9:


Criterio Puntuación Básico Mediano Excelente
Estructura 4 Definición del tema Definición del tema y presentación de la tesis Definición del tema, presentación de la tesis y desarrollo organizado
Desarrollo 3 Texto organizado Ideas claras y oraciones de no más de 20 palabras Ideas claras, oraciones de no más de 20 palabras, ejemplos y contraejemplos
Conclusión 2 Reafirmante Reafirmante, reflexiva, resumen y perspectiva Reafirmante, reflexiva, resumen, perspectiva, replanteo y llamado a la acción
Recursos 1 Citas de autores de autoridad Citas de autores de autoridad, bibliografía variada y ejemplos Citas de autores de autoridad, bibliografía variada, ejemplos, recursos argumentativos y datos auxiliares
Estilo y lenguaje 5 Sentido textual Sentido textual y orden Sentido textual, orden, prolijidad, claridad y formalidad
Calculadora de Edad

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Resultado:

 Por Mauricio Comolli. 

Desde los principios de la humanidad la supervivencia y el cuerpo han estado intrínsecamente unidos, anexados como principio regulador de la vida. Ya en las sociedad agricultoras y cazadoras las habilidades físicas “determinaban” la subsistencia o determinaban la muerte en ambientes hostiles. Las agrupaciones y sociedades pequeñas se fortalecieron instituyendo o significando conjuntamente el valor del cuerpo, sus habilidades desarrollaban al hombre y a la mujer con fines específicos y castas con vestimentas exclusivas y descriptivas de la posición a ocupar y el uso definido de herramientas para la caza, lo sacro, la protección a la inclemencia del clima y los usos y costumbres que fortalecían a los clanes, grupos y castas, con ritos que quedaban marcados etariamente según se trate de guerras, devociones, sumisiones en el cuerpo lacerado, tatuado, perforado y deformado, socializado y madurado.


En la antigüedad, el cuerpo ya habituado al trabajo social, a la batalla como engranaje regulador, encuentra en la dispersión, el juego y el placer las formas de confrontar a las exigencias de esfuerzo cotidiano. Para Sócrates (469-399 a.C.), filósofo griego, hijo de artesano y de su madre partera, hasta los dioses estaban sujetos a las fuerzas físicas y naturales. Mientras relacionaba la maldad a lo físico al contraponer la sensación (corporal) a la universalidad de la razón (el logos, idea, palabra o pensamiento) y por tanto al saber, que era a la vez un comportamiento moral: “no se puede ser malo a sabiendas” – afirmaba, mientras proponía la práctica de las virtudes como el camino de la inteligencia y la ignorancia como el mayor de los vicios. Aún así también fue sabido de su romance con una amante llamada Mirto, hija de Arístides el Justo a espalda de su “arisca” esposa llamada Jantipa. Aristipo uno de sus alumnos enseñaba que el objetivo último de la vida debía ser el placer como bien supremo y el autocontrol en la adversidad y la prosperidad. Aún así se supo que negó a uno de sus hijos, fruto de la relación con una meretriz a quien le enfrentaba diciendo: «Tanto sabes tú eso como con qué espina te has pinchado cuando caminas por un campo lleno de ellas» y también: «¡También criamos piojos; y bien lejos que los arrojamos!».  

El entretenimiento tiene significación social, instituyéndose en una actividad común que termina por transformar lo festivo del calendario, regido por las estrellas y estaciones del año, aquellos fenómenos naturales que gobernaban y organizaban las actividades y etapas de madurez individual y social, en un instrumento naturalizado por quienes ostentaban el poder a fin de mantener controladas las frustraciones a fuerza de placeres y sostener el statu quo de su influencia política. Las Olimpíadas (776 a.C.) fueron una forma de “tregua religiosa” (se suspendían todos los conflictos políticos y bélicos), dedicada a Zeus, a Poseidón u otro dios. Mientras tanto las mujeres solo se limitaban a la familia y la crianza, sin posibilidad de otra participación pública. Así cuando éstas gestaban un niño con defectos estos eran ofrecidos en sacrificio arrojándolos por despeñaderos. Si tenían bellos rostros eran ofrecidos al culto del templo para representar a los dioses tanto en el templo como en el anfiteatro, para el cuál se armaban coros de hasta 50 niños que competían entre sí para sus representaciones y fiestas especiales. Aunque filósofos como Epícuro permitían la participación de esclavos y mujeres, lo ordinario era que las mujeres conservaran las tradiciones, la familia y sus bienes mientras sus esposos participaban de lo público (político y militar).

El arte y el deporte tiene al cuerpo como protagonista. Se lucha y muere por mantener el fruto de las sociedades más desarrolladas: la cultura de la belleza, la arquitectura, la moral concuerdan con un cuerpo atlético, un rostro armónico, una verdad compartida que daba forma (y piel) al estilo, a la fuerza, a la competencia, a la gloría de la superioridad física. Aristóteles veía en el hábito la esencia de la excelencia. El hábito aseguraba la lucha contra los vicios y el arraigo a las virtudes, que elevaban al hombre a la dignidad merecida por su esfuerzo y constancia: “una golondrina no hace verano” - aseguraba. La mayor de las dignidades era vivir feliz a la luz de la razón.

A los fracasos e inestabilidades de la cultura bélica clásica le siguió la supervivencia estratégica, la razón, como vehículo para el conocimiento, la anticipación al conflicto, la negociación y la influencia de la palabra para la sugestión social. Comienza una nueva cultura de la educación clásica, de lo literario, lo heroico, lo divino semihumano, el cuerpo es glorificado o castigado, elevado o arrojado a los abismos, tiene en su corazón las más hermosas pasiones o las virtudes las elevadas y lo oprimen los vicios más hondos y oscuros. Las sociedades saben a que atenerse cuando un gobernante viciado por el poder se atenga a lo corrupto para subsistir y con él toda una cultura social anexa a sus declaración y decisiones sugestivas.

Los sofistas eran pedagogos griegos asueldo que insistían en la ausencia de una verdad universal y válida para la objetivación moral de la conducta, aunque una forma práctica de ganar el favor de la mayoría en la arena política podría ser la palabra seductora y sugestiva basada en argumentos elocuentes y de buen gusto para todos.

Los gobiernos se vuelven sofisticados y el cuerpo, nuevamente, deberá fatigosamente sostener sus exigencias: trabajo, esclavitud, muerte, enfermedad, soledad, goce, euforia y melancolía (o envidia romana) de la era clásica griega y de las épocas en donde se podía “caminar” junto a los dioses, que parecen -desde el paraíso- no estremecerse demasiado por sus yugos, dependiendo de lo establecido por sus representantes divinos en la tierra.

Lo religioso prometerá siempre una comunión nueva con el hombre y la política una amistad que iguale a todos los cuerpos siempre y cuando cuente con sus votos: un pulgar levantado, una mano arriba, un papel o piedra en un jarrón significarían el favor de una mayoría y el rechazo de una minoría. Paradójicamente el malestar corporal del desencanto ahora estaría dividiendo las posiciones para dejar claramente fragmentada la unidad original que reclamó siempre el cuerpo.

Durante la Edad Media, el poder se concentró bajo la imagen ya no del emperador sino del Rey, quien elegido por Dios deberá sostener a un pueblo y éste (obviamente) al Rey a través de impuestos y bienes de intercambio. La Iglesia Católica le será de fundamente y justificación, para enarbolarse como seres sagrados y dignos del poder en uso.

La distribución de las tierras generaría nuevos títulos reales, cargos y nuevos oficios a favor de familias y genealogías con privilegios especiales. La mayoría obtendría su participación en estos cielos de manera aceptable o recorrería los caminos de la fatiga rural, los oficios, el ejército, la navegación, el comercio, o lo ilegal: el cuerpo que transitaría lo inmoral o sería arrastrado por las obligaciones del trabajo duro, mal pago; el sujeto tendería a fortalecer las fantasías de emancipación, los sueños de libertad e inspirar los cantos esperanzados de emancipación ciudadana reclamando su lugar en el terruño común.

A principios de la modernidad, una vez cansados de la hegemonía monárquica, del poder hiperconcentrado de los terratenientes pasamos a la explotación en manos de quienes soslayaban el llamado “progreso social”: los nuevos estados independientes a fuerza de sangre y las diversas fiebres del oro, la plata, el hierro, etc., crean la antesala a la estabilidad social y a la figura del cuerpo empleado para el desarrollo y la industria minera y fabril. Nada más en contra del progreso que la holgazanería: ¡todos a trabajar, el horario no importa! El cuerpo explotado una vez más, ahora también explota lo que la naturaleza le provee a gran escala. Pero los cuentos idealizados llevados a la práctica sólo le atraerían injusticia, enfermedad y hambre. Toda ganancia sería empaquetada para pocos, desvinculándola de los que trabajaron para obtenerla a costa de su salud, su seguridad y sus esperanzas.

La rebeldía a los sistemas injustos, la lucha por los derechos civiles, llevó a que la industria cree nuevos canales de información y, por tanto, nuevos cielos, nuevas promesas de satisfacción a las sombras o bajo los controles antimonopólicos de las democracias.

En la modernidad misma, cuestionamos viejos relatos y promesas a la vez que creamos sustitutos ideológicos y doctrinas capaces de prometer un horizonte distinto, más cíclico y un paraíso más terrenal: liberalismo, socialismo, nacionalismo, agnosticismos, cientificismos y relativismos. Pero al idealizar los caminos a recorrer para su determinación se crean los cuerpos enemigos. Las guerras arrasan la naturaleza una vez más. Los hombres se enfrentan entre odios y heroísmos. Tras ella, la destrucción y la reconstrucción de viejos suelos europeos, pero liderados por el país del nacionalismo liberal y sus promesas de nuevos cielos bajo su padrinazgo: comienza el cuerpo a vivir el sueño americano de vivir bajo democracias que garantizarán una vida satisfactoria.

El desarrollo y la acumulación de la riqueza le permitió a una minoría vivir (con el cuerpo) para el éxito. La institución del éxito fue una renovación del estar en cuerpo y alma al servicio de los servicios, del comercio, del consumo. El mensaje es magia, es movimiento, es fluidez, el cuerpo se virtualiza y desvincula de su tierra, de sus costumbres, el enemigo de uno ahora es uno mismo. La traición a uno mismo se naturaliza y crea ilusiones, vive en ellas y lee a partir de ellas las nuevas esperanzas que empiezan y terminan en sí mismos. Las nuevas enfermedades son internas: ansiedad, depresión y vacío de sentido. 


El cuerpo es un vestigio que puede seguir siendo explotado a favor del sin sentido: la ilusión del consumo promete nuevos objetos fascinantes, asombrosos, increíbles, sensacionales, lo natural ya no evoca, no ilusiona, ni asombra como un casino, un parque o un videojuego.  

¿Es posible que el cuerpo vuelva a tener su autoridad e importancia en el cuidado de la misma humanidad y el respeto por la madre naturaleza?


 La pedagogía es una disciplina de apenas unos tres siglos. Sin embargo, ha pasado por diversos ciclos de maduración hasta terminar en una complejización interesante con una rica diversidad de aportes teóricos. 

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A cada uno de estos aspectos le sigue un debate y una comprensión